ASESINATOS A LA CARTA
El crimen institucional como
política de Estado
Malabo Análisis • 10-07-2003
El asesinato de la cooperante española Isabel Sánchez a manos de un militar guineoecuatoriano, que con gran exhibición de recursos y declaraciones todas las partes han descargado de importancia, es una reedición de cosas ya conocidas. El Gobierno de Obiang, el embajador de España en Guinea, la ministra de Asuntos Exteriores española y otros muchos, han puesto el énfasis en descargar de importancia política el asesinato. El Gobierno Español y la clase política española han reeditado por enésima vez su antiguo desprecio por el pueblo de Guinea Ecuatorial y su desprecio incluso, por la vida de sus conciudadanos.
Para los guineoecuatorianos es evidente que el crimen selectivo de Estado constituye el eje vertebrador de la política interior y exterior del General Obiang y no nos parece oportuno dedicarle más tiempo a asunto en el que todos los analistas de aquí y de allá coinciden, excepto, oh sorpresa, la clase política y periodística española siempre dispuesta a alimentar expectativas cuando de Obiang se trata.
La clase política española jamás ha sentido la más mínima simpatía por los derechos del pueblo de Guinea Ecuatorial e incluso por los derechos de sus conciudadanos cuando habitan o residen en Guinea Ecuatorial. Su posición, con ligeros matices, siempre es la misma, simpatía cien por el General Obiang. ¿Cómo explicar tanta aberración?.
“No, no, es no es así”, se justifican unos y otros. “Nosotros —dicen —hemos condenado el crimen”, dando a entender que su honrada conducta ha tocado techo y que ahí expiran todas sus resposibilidades hasta el próximo crimen. ¿Por qué tanta complacencia con los tiranos?, ¿por qué la clase política española se comporta con tanta debilidad ante individuos como Obiang, Fidel Castro o Chávez?, ¿qué ocurre?.
En fin, es evidente, que con la condena formal, se agotan todas sus posibilidades, los hechos son tozudos. Pero la pregunta clave es, ¿cómo explicar tal conducta?. Las cosas ocurren de una u otra manera por razones y causas y creemos que ha llegado el momento de dedicarle tiempo a discernir las razones y causas de tal conducta. Exponemos a continuación las razones, a nuestro parecer, de tal bochornosa conducta:
1. Anteposición de los intereses de Estado
a los Derechos Fundamentales
Es una forma de actuar y pensar que empuja a la clase política española a dar por buena todas las actividades, cualquiera que sea su naturaleza, con tal que produzcan un bien para el estado, para su economía o para una empresa española en particular. Tal forma de pensar se traduce en una conducta que básicamente consiste en ponerse una venda en los ojos y taparse la nariz, conducta a la que todos se aprestan y tienen alta consideración, que ensayan una y otra vez, y que ha depurado hasta obtener cotas de estilismo verdaderamente repugnantes. Para la clase política española la política exterior es algo así como el retrete por donde alivia la historia y donde todo vale, una concepción de la política exterior un tanto rancia y antigua.
Si hay que conseguir una cuadrícula de petróleo, un contrato para transformar el gas, pues sea, a taparse la nariz y esperar acontecimientos. ¿Que Obiang necesita cobrarse un fiambre para quitarse la presión de encima?. Pues sea. ¿Que no se consigue?. Pues ea, otra vez será y aquí no ha pasado nada. Es sin duda, una curiosa forma de pensar y comportarse y una prueba evidente de la superioridad moral de la clase política española.
2. Anteposición de los intereses de partido
a los derechos fundamentales
Cuando un partido político español se escandaliza, saliéndose del guión antedicho, quiere decir que encuentra en las actividades criminales de Obiang un argumento para sacar ventaja política respecto a su rivales en España. Su escándalo, todo hay que decirlo, siempre es muy atemperado y empieza y termina donde empiezan y terminan sus propios intereses políticos. Los derechos de sus conciudadanos bajo la bota de Obiang y los derechos de los guineoecuatorianos tienen un valor meramente instrumental en cuanto sirven a sus intereses políticos superiores. De nuevo es una prueba evidente de la superioridad moral de la clase política española.
3. Conducta corrupta lisa y llanamente
Las causas judiciales en Francia contra la desparecida compañía petrolera Elf y contra determinada clase política francesa ha sacado a la luz los bulliciosos flujos financieros de África a Paris para financiar la clase política de la metrópoli. Son cada vez más intensos los rumores de que Obiang financia a los partidos políticos españoles, a las personas dentro de los partidos políticos para comprar su voluntad y a Gabinetes de comunicación para comprar titulares de prensa en España. A Malabo Análisis llegan todo tipo de chismes, algunos con grandes visos de verosimilitud y otros en apariencia disparatados.
Lo ocurrido en Francia, no obstante, nos obliga a ser cautelosos y admitir que la verdad puede en ocasiones ser más imaginativa que la propia fantasía. No sabemos quien tirará de la manta y si se tirará de la manta. Sabemos eso sí, eso es lo que aparentan las cosas, que todo está a punto de romperse y que el despecho de Obiang, de alguno de sus familiares o el despecho de algunos españoles, defraudados por expectativas no cumplidas por Obiang pueden poner sobre el tapete un auténtico lodazal.
Espejo donde mirarse
Recomendamos a la clase política guineana que tome buena nota de que la conducta de los partidos políticos españoles hacia Guinea Ecuatorial no es precisamente un espejo donde mirarse y aprender. En los partidos políticos españoles conviene desbrozar los que es positivo de lo que es deleznable. Por guineoecuatorianos y por ser España nuestra antigua metrópoli percibimos de los partidos políticos españoles, básicamente, lo que más nos afecta y lo que más nos afecta deja mucho que desear.
Tenemos que tener la suficiente estatura política para elevarnos por encima de tanta miseria e intentar aprender de los partidos políticos españoles aquello que tiene de ejemplar para nosotros, la construcción responsable de su democracia, e intentar elevarnos por en cima de la politiquería odiosa que nos dispensan. -------------------- Texto. Malabo Análisis